lunes, 17 de diciembre de 2007

Aprender a cuidar el cabello

El tipo de vida del siglo XXI desgasta la belleza del cabello. La contaminación lo resiente, abriendo tempranamente sus puntas y perdiendo el brillo del que un pelo sano goza. ¿Es esto irremediable, puede una mujer dedicada a la difícil tarea de dedicarse al trabajo fuera de casa, disponer de tiempo extra para hacer que su melena se sienta saneada?.
Un pelo bello es sin duda un pelo sano, ambas premisas van unidas. Nunca se da el caso de que esté descuidado pero presente características sobresalientemente bellas. Por eso, no es sólo cuestión de estética. Es cuestión de hacer que el cabello funcione con todas las de la ley. Cumpliendo su misión protectora y aportando rasgos que nos definan.

Uno de los problemas más marcados es el exceso de grasa, la cual quita brillo y soltura. Para saber si se tiene una melena grasa basta con observar si se ensucia con asiduidad y si pierde el volumen normal a tan solo pocas horas de haberlo lavado. Frente a esta problemática, la mujer se enfrenta al interrogante de la frecuencia de los lavados. En el término medio está la virtud: los expertos aconsejan que se efectúe tres veces por semana para no castigar al cabello con demasiada humedad. Si se trata de un pelo graso, esta frecuencia hay que cumplirla a rajatabla pues la humedad puede pronunciar la apariencia seborreica.

La temperatura del agua es también importante, siendo la templada la ideal para casos de pelo difícil.

Productos naturales
Otra de las medidas que aportan equilibrio es el uso del vinagre pero siempre teniendo en cuenta que hay que aclarar abundantemente después. Y dentro de esta variedad de productos naturales el abedul, el enebro o la hiedra están específicamente indicados para luchar contra la grasa, desinfectando y frenando cualquier inflamación a la vez que reducen la secreción sebácea.

Para el pelo seco encontramos en las almendras un perfecto aliado. La hidratación que aporta es inigualable debido a la cantidad de aceite que contiene. Si se quiere que el cabello adquiera un aspecto suelto y brillante, la avena y sus derivados, junto al germen de trigo, refuerzan sobremanera el tallo capilar.

No todo son problemas menores. Existen también batallas de más difícil victoria. Se trata de la caspa, algo que puede convertirse en crónico si no se atiende de la debida manera. Para una solución idónea, la aquilea es recomendada por gran número de especialistas. Estimular el cuero cabelludo es su misión y con ella, favorecer la circulación sanguínea.

El lúpulo también se aplica contra este mal y, además, aporta brillo y volumen. Y como hay quien somete al cabello a procesos, que aunque aporten belleza, hacen sufrir a la naturaleza del pelo, el cártamo es ideal para los cabellos permanentados o teñidos. Aporta elasticidad por ser rico en ácidos grasos. También la jojoba revitaliza y previene que las puntas se abran dando aspecto quebradizo.

Hay que tener en cuenta que el estilo de vida de la mujer de hoy en día la somete a un estrés nuevo. Como respuesta a ello, la caída del pelo es en algunos casos inevitable. ¿Cómo repararlo?. Los derivados de la arnica estimulan la circulación de la sangre al igual que la quina que aporta vitamina B6, favoreciendo el crecimiento.

Pero en general, y más allá de los problemas particulares, es esencial mantener una dieta equilibrada. Esto consiste en aportar pocos alimentos con toxinas y por el contrario, dotar al organismo de gran cantidad de nutrientes. Eliminar el azúcar refinado, reducir el consumo de grasas saturadas y optar por los productos integrales, yogures, verduras crudas o fruta, es una apuesta certera.

Hay épocas del año en las que el cabello sufre más. Suelen ser las de estaciones intermedias como el verano y el otoño. En esta segunda se produce un aumento de la caída por lo que es importante dotarse de los nutrientes necesarios con antelación para prevenir. En verano, por el contrario, hace falta más que esto. Es necesario usar filtros solares o mascarillas protectoras. También existen sprays indicados para pelos teñidos o con mechas. Todo un mercado abierto por el bien de este atributo tan preciado desde la antigüedad.

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